Gestión de la vulnerabilidad humana

La posibilidad de enfrentar la incertidumbre mediante el cálculo de riesgos se ha convertido en pieza central de una “narrativa” para el siglo XXI. Según el trabajo de algunos pensadores, la hipótesis abriría un paréntesis de relativo optimismo: la recuperación de la confianza (individual, comunitaria, social) frente al agotamiento de los “grandes relatos” de la modernidad.

| Comentario de Mario Andrés Rivas Bárcenas

Si bien los seres humanos se encuentran, en todo instante y en todo lugar, ante una realidad que los acecha ‒en forma de peligro, daño, destrucción, incluso muerte‒, las diversas formas de organización social han encontrado medios para acotar los márgenes de incertidumbre y afrontar los efectos y consecuencias de estas eventualidades.

Más allá de estrategias y procedimientos técnicos, las colectividades humanas han concebido cuerpos conceptuales y marcos ideológicos para enfrentar la desazón, definir sus acciones y decisiones y establecer las coordenadas de futuros posibles o deseables: su prospectiva. En distintos periodos de la historia, la religión, la ciencia, la política, la economía o el arte han establecido un conjunto de narrativas que conforman una visión del mundo, coherente y compartida, cuyo objetivo es encarar los desafíos de lo contingente, lo temible y lo desconocido.

Terror a la incertidumbre

Diversas corrientes sociológicas han estudiado esta condición humana frente a la amenaza. Sin embargo, desde la última década del siglo xx se desarrollaron estudios en múltiples áreas del conocimiento que concentran su atención en un concepto central: el riesgo.

El término se ha empleado para sustentar el análisis sobre la experiencia de los individuos en momentos de transformaciones políticas, económicas y sociales; fenómenos a los que se ha sumado, en los últimos decenios, la posibilidad de poner en peligro la vida en esta Tierra (Beck, 2019, p. 33). Al mismo tiempo, esta sensación generalizada de miedo se vincula con la búsqueda constante del ser humano por incrementar su capacidad de manejo y control ante todo lo que pueda generar contratiempo, perjuicio o daño.

Este horror a lo inmanejable (Bauman, 2013, p. 97) ha condicionado que el estudio de las sociedades humanas se realice mediante un entramado negativo de relaciones, ya sea porque todos estamos en peligro o porque todos representamos un peligro para los demás. Posiciones que definen, claramente, dos perspectivas: la que atañe a factores de índole “natural”, y la que se desprende de la dinámica social (lo pueden provocar los propios seres humanos).

Dado lo anterior, ha sido necesario elaborar con mayor precisión y amplitud la idea de riesgo para que, finalmente, no sólo defina las unidades de análisis de las disciplinas humanísticas y los estudios sociales sino, también, establezca un principio lógico de coincidencia entre las diversas áreas del conocimiento por medio de un eje rector común.

El sociólogo inglés Anthony Giddens, recuerda el uso de la palabra riesgo en los siglos XVI y XVII, época de grandes viajes y descubrimientos, para hacer referencia al peligro de navegar en aguas desconocidas (Giddens, 2000, p. 34). Más tarde, en los ámbitos de la banca y la inversión, el término transitó a un amplio campo de situaciones vinculadas con la incertidumbre. Sin embargo, es necesario hacer notar que muchas de las acepciones empleadas siempre estuvieron relacionadas con un posicionamiento temporal del presente frente al futuro; es decir, un análisis de las condiciones actuales ante las posibilidades que depara el mañana, donde el ser humano puede o no tener injerencia.

Será con el trabajo del sociólogo alemán Ulrich Beck cuando el riesgo se convierta en una figura central de los estudios sociales, al comprenderse como el enfoque moderno de la previsión y el control de las consecuencias futuras de la acción humana (Beck, 2015, p. 5). De esta manera, el análisis se dirige a subrayar los intentos por evitar o mitigar los peligros potenciales, lo que confiere a la administración, a la prevención de amenazas, al cálculo de consecuencias y a la toma de decisiones, un papel fundamental en el quehacer de las organizaciones humanas desde el ámbito comunitario hasta el global.

Aunque pareciera que estos esfuerzos teóricos pudieran quedar reducidos al estudio del funcionamiento de las sociedades en la esfera institucional, esta perspectiva terminará desarrollando investigaciones sobre una amplia gama de acciones en el entorno individual: salud, trabajo, relaciones sociales, apariencia personal, sexualidad, esparcimiento, entre otras.

Otros autores han expandido el concepto hasta convertirlo en un área de la sociología, al establecer el riesgo como principio único para el entendimiento de los individuos mediante su interacción social, transformando aquella idea de vulnerabilidad humana, fatalidad y obsesión por la seguridad y el control en un hecho de responsabilidad que se ha convertido en una apuesta política, ética y social (Le Breton, 2021, p. 21).

El riesgo como relato

En su obra La condición posmoderna, el filósofo francés Jean-Françoise Lyotard apuntó que las sociedades de finales del siglo xx enfrentaban la caída de los “grandes relatos”, aquellas narraciones que otorgaban legitimidad a las instituciones de la sociedad al definir sus ámbitos de competencia y valoración (Lyotard, 2021, p. 44). Grandes relatos de los que derivaba un conjunto de reglas que constituían los lazos sociales mediante un saber-decir, un saber-escuchar y un saber-hacer. De tal suerte que, ante el desencanto colectivo por la ciencia, la tecnología y el paradigma moderno, estaríamos ante la ausencia de una línea discursiva que permita unificar pensamiento e interacción social.

Frente a este planteamiento teórico, al realizar una reflexión sobre aquellos conceptos que han delimitado la acción humana y su estudio en lo que va del siglo XXI ‒desde el punto de vista del establecimiento de un “paradigma” o constelación de creencias, valores y técnicas compartidos por los miembros de una comunidad a través de un lenguaje común (Kuhn, 2019, p. 346)‒, podría explorarse la hipótesis de que, con la idea de riesgo, se ha logrado construir un discurso unificado, una visión del mundo orientada a sustentar la toma de decisiones frente a las amenazas que puedan ser comprendidas como peligros calculables, al establecer la probabilidad como una certeza (Bauman, 2013, p. 15).

En esa línea de pensamiento, la posibilidad de establecer el concepto de riesgo como pieza cardinal de un nuevo relato para el siglo xxi, estaría relacionada con el modo en el cual el cálculo de riesgos frente a la vulnerabilidad humana se ha convertido en una forma de “positivar” el carácter negativo del peligro y la amenaza. Según los desarrollos teóricos de Beck, existe una desindividualización de las responsabilidades, lo que ha provocado una eliminación de la culpa (desde la adquisición de seguros hasta la definición de los ámbitos de competencia), y, al mismo tiempo, una lógica de adopción de medidas de prevención (desde programas de salud hasta protocolos de acción ante contingencias sanitarias y desastres naturales). Todo ello ha permitido recuperar la confianza en los gobiernos, corporativos privados y otros actores involucrados en la toma de decisiones.

No obstante, esa misma dinámica ha obligado a que las sociedades regresen al piso de la certidumbre por medio de la “contabilización”; y esto es así porque la medición de las posibilidades de que se concrete la amenaza y el cálculo de sus eventuales consecuencias permite establecer proyecciones y acciones bajo un precepto de anticipación. Ante la incertidumbre, con la gestión de riesgos se ha creado una narrativa de prevención que concilia pensamiento y acción, al tiempo que utiliza del sistema de medios de comunicación como herramienta que sintoniza lógicas diversas.


PARA PROFUNDIZAR EN EL TEMA

| Bauman, Zygmunt (2013). Miedo líquido: la sociedad contemporánea y sus temores, México, Editorial Paidós.

| Beck, Ulrich (2015). La sociedad del riesgo global, Madrid, Siglo XXI España.

(2019). La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad, Bogotá, Editorial Paidós

| Giddens, Anthony (2000). Un mundo desbocado: los efectos de la globalización en nuestras vidas, México, Taurus.

| Giddens, Anthony y Phillip (2015). Conceptos esenciales de sociología, Madrid, Alianza Ediciones.

| Kuhn, Thomas (2019). La estructura de las revoluciones científicas, México, Fondo de Cultura Económica.

| Le Breton, David (2021). Sociología del riesgo, Buenos Aires, Prometeo Libros.

| Lyotard, Jean-François (2021). La condición posmoderna: informe sobre el saber, Madrid, Ediciones Cátedra.

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Mario Andrés Rivas Bárcenas

Facultad de Estudios Superiores Acatlán, UNAM | 851669@pcpuma.acatlan.unam.mx
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