Salvavidas de los investigadores

Una de las principales herramientas de la investigación académica es la “bibliografía”. Tan importante es que se ha convertido en toda una disciplina en el marco de las Ciencias de la Documentación, con su propia tipología en los géneros de la producción editorial. Las “bibliografías” como productos acabados e integrados en formato de libro son importantes instrumentos que se desarrollan con sus propias reglas, no sólo en lo que respecta a su metodología, sino también en lo que toca a su configuración editorial para distribuirse como libros antológicos sobre una y mil temáticas.

Pero más allá de la bibliografía como disciplina bibliológica, es importante destacar que desde hace algunos años se ha venido fortaleciendo el desarrollo de interesantes aplicaciones de software para facilitar a los investigadores la configuración de las fichas bibliográficas, la materia prima de la bibliografía. Gigantesca aportación al terreno de la investigación científica, si consideramos que la elaboración de las referencias bibliográficas constituye una de las partes más delicadas y engorrosas del trabajo investigador. Incluso en el terreno de la edición, la bibliografía es parte odiada y esclavizante a la hora de la corrección, por su complejidad y por la enorme variedad de posibilidades que presenta.

Sección de bibliografías en la biblioteca universitaria de Graz | Creative Commons

Los llamados “gestores bibliográficos” son la estrella neotecnológica en el ámbito de la “Internet inteligente”, esa que abona con sus métodos e instrumentos a la investigación académica. Comerciales o de código abierto, estos instrumentos se presentan cada vez con más sencillez de uso y mayor completitud a la hora de prestar su servicio. RefWorks, ProCite, Papyrus, Reference Manager, y EndNote son algunos de los más conocidos en el ámbito de las aplicaciones “propietarias” o comerciales. Algunos son de muy alto costo y están sólo al alcance de instituciones u organizaciones con importantes recursos económicos para ponerlos al alcance de sus grupos de investigación.

¿Pero qué son estos “gestores” y cómo pueden ayudarnos en el trabajo con la información?

Para explicarlo de forma simple, lo diremos como el maestro Julio Alonso Arévalo, de la Universidad de Salamanca:

Los gestores bibliográficos son programas dedicados a crear, mantener, organizar y dar forma a referencias bibliográficas de artículos de revistas o libros, obtenidas de una o de varias bases de datos, revistas, páginas Web… Son programas dedicados a manejar bases de datos de referencias bibliográficas, que añaden a esta función básica la versatilidad en los formatos de entrada y salida.

En otras palabras: son instrumentos tecnológicos que nos permiten buscar metodológicamente, clasificar, indizar y mantener grandes colecciones de referencias sobre conocimiento documentado en los más variados formatos tradicionales y digitales. Su mayor virtud: ser herramientas inteligentes de documentación y archivo que se manejan con los mejores estándares organizacionales y terminológicos de la Documentación y la Archivonomía. Y, lo mejor de todo, que podemos instalar (incluso sin costo) directamente en nuestros ordenadores para trabajar “en local” y desde la Internet.

Además de permitir generar bibliografías propias desde su núcleo, estos gestores admiten por regla la importación de registros de otras bases de datos. Comparten o convierten sus protocolos de indización y clasificación para facilitar al usuario el intercambio de información con usuarios de herramientas distintas, aunque concebidas con el mismo fin. Incluyen, pues, la posibilidad de trabajar con múltiples estándares de documentación.

Entre sus funciones básicas destacan las herramientas de recuperación, casi siempre sencillas, seguras y ágiles; poseen potentes buscadores, cercanos ya a la capacidad de la búsqueda semántica; trabajan con todos los campos que constituyen los índices de autoridad, como autor, título, materia y formato, entre otros; y permiten, por supuesto, el almacenamiento de resultados de las búsquedas para configurar valiosos paquetes de información bajo control del usuario.

Mediante el uso de los gestores bibliográficos se simplifican enormemente tanto la preparación de bibliografías para la investigación como la generación de productos antológicos llamados “bibliografías”, de rigurosa preparación y de valiosa presencia en bibliotecas y centros de documentación.

El software libre provee

En el ámbito de las comunidades libres de Internet destacan varios gestores de bibliografías, sumamente económicos y hasta gratuitos, de igual y hasta superior calidad en comparación con los gestores comerciales, en términos de precio, funcionalidad, disponibilidad y accesibilidad.

Vale la pena mencionar dos: Mendeley y Zotero. Ambos con páginas Web donde el usuario puede registrarse gratuitamente para comenzar a usar sus servicios en línea; los dos, productos de máxima calidad y profesionalismo, aunque con diferencias considerables respecto a su forma de operar.

Mendeley, por ejemplo, facilita al usuario abrir una cuenta para que respalde sus bibliografías en “la Nube”, en los servidores de Internet de la compañía promotora del gestor. Ahí se nos otorga un espacio básico de almacenamiento y se nos deja crear grupos de trabajo, organizar por carpetas las bibliografías y compartirlas con otros usuarios. Para facilitar el trabajo se ofrece una “aplicación cliente” (es decir instalable en nuestro ordenador) que además se sincroniza con nuestro archivo en línea cada vez que la abrimos, permitiéndonos mantener siempre en orden tanto lo que almacenamos en local (en la PC) como lo que tenemos en Internet. El primer nivel de pago del servicio es sumamente atractivo, y necesario por cierto si trabajamos seriamente con el gestor.

Zotero por su parte posee todas las habilidades de Mendeley, con algunas diferencias y ciertas ventajas.

Por ejemplo, su aplicación de sincronización se agrega como plugin o herramienta adicional a nuestro navegador, que forzosamente deberá ser Firefox; exigencia ventajosa para nosotros si recordamos que se trata de un navegador con funcionalidades diseñadas en gran medida para el trabajo con la información y la producción de conocimiento, y con posibilidades mil para extender sus capacidades como herramienta de trabajo intelectual gracias a su enorme capacidad para integrar plugins.

Zotero también puede instalarse como aplicación “standalone” (es decir, como parte del conjunto de las aplicaciones instaladas en nuestro ordenador). Una vez instalado, nos permite incluir en nuestra base de datos, directamente desde el navegador, cualquier elemento digno de ficharse bibliográficamente: páginas Web, documentos contenidos en ellas o en el sistema de archivos de nuestra PC, libros electrónicos, revistas, periódicos, etcétera. De hecho, al estar integrado en el navegador los detecta automáticamente cuando los encuentra en nuestras indagaciones por la Red. Y más aún: nos permite relacionar los fichajes en grupos de trabajo y temáticos de investigación.

Tiene muchas más virtudes: nos ofrece múltiples modelos de citación (más que Mendeley), mejores formas de organizar la información desde varias vertientes de clasificación, la formación de grupos más complejos en cuanto a sus posibilidades de organización para el trabajo en colectivos de investigación, integración de “capturas de imagen” de las páginas o documentos fichados y, maravilla de maravillas, una total integración con Microsoft Word y OpenOffice.org, para permitirnos generar citaciones directas desde estos procesadores de texto (función que también Mendeley posee), que más tarde podemos integrar en nuestros paquetes de archivos de investigación generados con esos mismos programas.

La integración de Zotero con Firefox, por otra parte, es excelente. Convierte al navegador en una verdadera herramienta para la investigación social y científica del más alto nivel. No sólo nos ofrece un icono identificador de “objetos” de fichaje encontrados, sino que también nos da más de 30 tipologías de “objeto documentable” para insertarlas en nuestras bibliografías (libros, revistas, artículos, ensayos, manuales, informes, etcétera). Nos facilita también la importación de otras bases de datos en formatos universales de citación, y nos permite guardar copias de los archivos, resguardar en local y exportar nuestra biblioteca bibliográfica, adjuntar los archivos bibliografiados, “tomar” fotografías de las páginas Web fichadas, guardar los hipervínculos que apuntan hacia las mismas y hacer complejas anotaciones descriptivas sobre cada uno de los ítems capturados. Para rematar: nos permite incluir “marcas” o “etiquetas” en las citaciones para ubicarlas en un contexto “folksonómico” de indización personalizada, con la posibilidad de relacionar unas citaciones con otras por el orden que deseemos.

Sin menospreciar a Mendeley (que también es gratuito y de pago y sumamente accesible), Zotero es sin lugar a dudas el mejor gestor bibliográfico de la Internet inteligente y abierta, a la altura de otros como RefWorks o Procite, cuyo precio por el uso serio de la aplicación queda definitivamente fuera del alcance de un investigador.

En el marco del trabajo del conocimiento y de la adquisición de competencias informacionales, Zotero constituye un apoyo invaluable que deberíamos tener y manejar todos quienes trabajamos con la información, la comunicación, los métodos de la investigación y de la educación. Vinculado con el uso de discos virtuales y administradores de proyectos nos permitirá configurar verdaderas intranets virtuales de investigación a la altura de las que manejan las mejores universidades del mundo.

Visiten Zotero, suscríbanse y úsenlo a fondo, individualmente, en sus organizaciones o en sus centros de docencia e investigación. Digan adiós al analfabetismo informacional.

| ÁNGEL MONDRAGÓN

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