Como te ves me vi, como me veo te verás…

El cine mexicano surtió de diversos estereotipos, roles inamovibles y parodias sobre distintos temas (no siempre voluntarias) que capturaron el imaginario colectivo. En el caso de la vejez, afortunadamente, en décadas recientes la pantalla grande empezó a poblarse de personajes e historias que recuperan la enorme diversidad de formas que adquiere el proceso de envejecimiento. Hombres tiernos, mujeres duras y amores fuera de norma que reclaman respeto y visibilidad.

| Comentario de Juan Pablo Vivaldo

A partir de la segunda mitad del siglo XX, el cine mexicano fue reconocido por la diversidad de temas que abordó y por las grandes figuras que protagonizaron sus películas más afamadas. Sin embargo, existen temáticas escasamente alumbradas por los reflectores: las difíciles situaciones que llevan a miles de personas a salir de sus países de origen, las discapacidades físicas y mentales que marginan a un sector de la sociedad, así como el envejecimiento de la población que impacta de formas diversas la dinámica nacional.

En este artículo se centra en el último tema, con el propósito de mostrar las variadas representaciones del proceso de envejecer que el cine mexicano ha llevado a la pantalla. Si bien algunas películas se han analizado en otro lugar (Vivaldo, 2022), en esta ocasión se revisan otros filmes que transmitieron a los espectadores la idea de que las personas de edad avanzada también fueron protagonistas de una sociedad mexicana en acelerada transformación.

Estereotipos y parodias

Durante la década de 1940 se encuentran las representaciones más populares sobre la vejez que se valieron de imágenes estereotipadas sobre la última etapa de desarrollo del ser humano. Asimismo, llama la atención la sencillez con la que se representaron a los primeros personajes de provecta edad.

Bastó con que un puñado de actores, entre los que destacan Fernando Soler (1876-1979), Sara García (1895-1980) y Joaquín Pardavé (1900-1955); aprovecharan al máximo dos elementos: sus dotes histriónicos, que los obligaron a ralentizar sus movimientos corporales y a echar sus hombros hacia el frente para completar el efecto de una avanzada edad; y el maquillaje cinematográfico más simple (algunas arrugas, cabellos plateados). Así, en dos películas clásicas: En tiempos de Don Porfirio (Juan Bustillo, 1940) y la primera versión de Cuando los hijos se van (Juan Bustillo, 1941), el público constató la ilusión del paso del tiempo en los personajes principales gracias a los componentes anteriores.

Una representación más realista se observa en Los viejos somos así (Joaquín Pardavé, 1948). En ella se encuentra a Prudencio, un hombre que a sus 40 años se asume y es reconocido por los otros como un viejo. Dada su edad natural, Pardavé, quien interpreta al personaje, no requirió de un recargado maquillaje ni de la exageración de sus movimientos corporales para aparentar mayor edad. Aunque hoy resulte extraño que el final de la vida se proyecte al concluir, apenas, la cuarta década en la trayectoria de un hombre.

En cualquier caso, Soler, García y Pardavé se convirtieron en una especie de “monopolizadores” de la vejez, puesto que fueron ellos quienes encarnaron los papeles que explotarían los estereotipos más recurrentes: la madre anciana, cuyo amor por sus hijos vale más que su propia vida; el padre viejo y severo que no se “tienta” el corazón al momento de “corregir” a su descendencia.

En ese sentido, La oveja negra (Ismael Rodríguez, 1949) es uno de los ejemplos más acabados sobre la imagen estereotipada de las masculinidades mexicanas. Cruz Treviño, interpretado por Fernando Soler, es un hombre mayor que se niega abandonar su vida licenciosa, situación que le acarrea fuertes conflictos tanto con Vivianita, su esposa, como con su hijo Silvano (Pedro Infante). Y será, justamente, con su hijo con quien protagonice una de las escenas más fuertes e interesantes de la película, al confrontar las conductas disolutas de su viejo progenitor. Además, examinar el filme nos brinda la oportunidad de cuestionar el sistema patriarcal y la subordinación de la mujer en el México de mediados del siglo xx.

Las representaciones sobre las masculinidades envejecidas en la pantalla grande han experimentado transformaciones que se relacionan, entre otras cosas, con las miradas complejas de algunos cineastas. Sin embargo, tampoco han estado exentas de abordajes simples basados en parodias. Son los casos de Cuando los hijos regresan (Hugo Lara, 2017) o Más sabe el diablo por viejo (José Bojórquez, 2018).

Romper tabúes

Las relaciones entre personas del mismo sexo comenzaron a ser visibles en el último tercio del siglo pasado. Películas como El lugar sin límites (Arturo Ripstein, 1978) y El callejón de los milagros (Jorge Fons, 1995) incorporaron historias sobre hombres que, en su madurez, vivieron abiertamente su orientación sexual no heteronormada. Recientemente, Sueño en otro idioma (Ernesto Contreras, 2017) narra la historia de dos indígenas homosexuales que, en su juventud, mantuvieron una relación y la retoman en su vejez.

Desde luego, a lo largo de décadas, no dejaron de aparecer algunas películas que se ocuparon de perpetuar los estereotipos sobre la vejez, de trivializar o parodiar el tema. Baste recordar producciones como ¡Ahí madre! (Rafael Baledón, 1970) o Hermelinda linda (Julio Aldama, 1984). Por fortuna, fueron impulsados otros proyectos que tendieron a visibilizar la problemática de las distintas formas de envejecer en México.

Si el rol de las mujeres envejecidas o viejas dispuestas a hipotecar su felicidad a cambio de la felicidad de sus hijos apareció en películas como Una familia de tantas (Alejandro Galindo, 1948), Todos son mis hijos (Roberto Rodríguez, 1951) o Corona de lágrimas (Alejandro Galindo, 1968), otro tipo de realizaciones cuestionaron los roles tradicionales. En Como agua para chocolate (Alfonso Arau, 1992), por ejemplo, la forma en que se presenta la severidad de una madre (Elena) que se interpone entre el amor de su hija (Tita) y el joven fuereño (Pedro). Otra película que rompió con la imagen de la tierna anciana fue La tía Alejandra (Arturo Ripstein, 1978), que exhibe a una vieja bruja malvada capaz de asesinar a los integrantes de su familia.

En los años noventa se produjeron filmes que exploraron temas, hasta entonces, no vinculados con la vejez femenina. Mientras Los años de Greta (Alberto Bojórquez, 1992) aborda la dureza del abandono familiar, Modelo antiguo (Raúl Araiza, 1991) explora la posibilidad de iniciar una relación de pareja, y Mi querido Tom Mix (Carlos García Agraz, 1992) plantea la posibilidad de que una mujer y un hombre cumplan sus fantasías sin importar su avanzada edad. Finalmente, Tamara y la catarina (Lucía Carreras, 2016) expone la importancia de la solidaridad intergeneracional femenina.

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El tema del envejecimiento ha sido cada vez más visibilizado en el cine mexicano. Eso se debe a varios factores, entre los que destacan el incremento paulatino de la esperanza de vida en nuestro país, que se ha traducido en que dicho sector de la población sea cada vez mayor y ocupe espacios significativos en la vida social; el surgimiento de movimientos sociales que exigen respeto, trato digno y derechos para todos y, finalmente, la lucidez de algunos cineastas que les permitió examinar el tema y mostrar las distintas formas de envejecer en México.

Sería interesante, por ello, invitar a los lectores a observar en qué medida las obras cinematográficas reflejan las distintas realidades del envejecimiento; discutir si las representaciones de las vejeces masculinas y femeninas cuestionan o no las formas tradicionales del mandato patriarcal, y reflexionar qué tanto podemos aprender de los filmes de diferentes épocas. Pensemos en un diálogo de la película Los viejos somos así, donde el cuarentón Prudencio habla con su compañero de vicio: “Si te fijas en mí, es como si te asomaras a un espejo en el que se reflejara tu cuerpo y tu espíritu dentro de veinte años”. No sé a ustedes, pero a mí me suena al dicho que la vox populi ha inmortalizado: “Como te ves me vi, como me veo te verás”.


REFERENCIAS

| Vivaldo, Juan (2022). “Las representaciones de la vejez en el cine mexicano a partir de 1940”, en Alfonso Ortega Mantecón, coord. Ver la historia. Aproximaciones a las relaciones entre el cine y la historia, México, Asociación Interdisciplinaria para el Estudio de la Historia de México.

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Juan Pablo Vivaldo

Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV), UNAM
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