Vejeces dignas, sanas, autónomas, libres

Piénselo bien antes de articular una respuesta: ¿cedería su lugar en el Metro (línea marrón Pantitlán-Tacubaya o London Underground) a Mike Jagger, el saltimbanqui cantador de The Rolling Stones? Es una cosa seria. Lo que decida podría acarrearle aflicción o desengaño. Porque, sabe usted, los octogenarios ya no son lo que eran y en ese mismo instante podrían invitarlo (o no) a una juerga memorable de seis décadas de roncarol. ¿A sus treinta, cuarenta o cincuenta… ya no está para esos trotes? Cuestión de estilo, perspectiva vital, modos, maneras, costumbres, instintos, ciertas dosis de carga genética y buena o mala madera.

Desde luego, nadie negará que las fronteras entre la vejez y la eterna juventud son movedizas y todavía inescrutables. Según de qué maderas, hábitos, nomadismos, sedentarismos, herencias, sumisiones e insubordinaciones… Tendría que hablarse, en estricto sentido, de “vejeces”: plural de diversidad y diferencia, pero también de abismos y desigualdades. Vejeces en el mundo campesino, en el orbe industrial, en el laberinto digital y lo que viene. Vejeces masculinas. Vejeces de mujeres. Vejeces garantizadas, arropadas, de ensueño. Vejeces partidas por la precariedad y vueltas a partir por la indiferencia general. Vejeces catastróficas que inician en la cuna y se cultivan en trayectorias de vida que suman ruina a la ruina. Vejeces varias, duras, rudas, atravesadas por la marginación, la discriminación, el cretinismo dominante. Vejeces de clase, de género, de etnia, de opción sexual.

Las académicas y académicos que abordan el tema en este número de Nuevos Diálogos ofrecen un panorama extraordinariamente rico, diverso, complejo. Un recuento de todo lo que se sabe y lo que aún ignoramos desde la biología, la demografía, los estudios sociales y de género, la medicina y la psicología, la economía, la perspectiva cultural, la mirada del cine. Una visión sintética y global, interdisciplinaria que diagnostica las miserias del presente con el fin de alumbrar las rutas por venir: vejeces dignas, sanas, autónomas, libres. Estamos lejos del ideal, pero empezamos a identificar cómo y por dónde.

Por cierto, lo de Jagger y otras piedras rodantes (Keith Richards celebró en diciembre sus primeros 80 años) no es sólo un guiño irónico y de buena vida, sino un síntoma: octogenarios, nonagenarios, centenarios en plenitud vital, creativa, sensual, sentimental, por los cuatro puntos cardinales. Contra todo pronóstico, podría decirse, pero en la ruta que completan los versos de Eliot en uno de sus Cuatro cuartetos: “Debemos estar inmóviles y sin embargo movernos / Hacia otra intensidad”.

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