Largo es el arte de aprender a vivir

En las civilizaciones antiguas, la vejez era sinónimo de sabiduría, por lo que demandaba reconocimiento y respeto. En el mundo moderno, a contrapelo de los adelantos científicos que prolongan la vida, las personas mayores suelen ser condenadas a la indiferencia, a la soledad y a la precariedad material.

| Comentario de Ángel Mireles Estrada

Cuando reflexionamos sobre la vejez puede venir a la mente un conjunto de pensamientos de muy diversa índole: cómo será nuestra vida tras la jubilación, qué haremos con el tiempo “libre”, incertidumbre sobre el futuro y la salud de los padres… En fin, una serie de pensamientos complejos. Todo ello nos lleva a tratar de comprender qué es la vejez, por qué se da y cuáles son los factores culturales que la acompañan.

Cuando reflexionamos sobre la vejez puede venir a la mente un conjunto de pensamientos de muy diversa índole: cómo será nuestra vida tras la jubilación, qué haremos con el tiempo “libre”, incertidumbre sobre el futuro y la salud de los padres… En fin, una serie de pensamientos complejos. Todo ello nos lleva a tratar de comprender qué es la vejez, por qué se da y cuáles son los factores culturales que la acompañan.

La llegada de la vejez fue una preocupación de los pensadores desde épocas antiguas, en quienes provocó reflexiones sobre la brevedad de la vida. El concepto de vejez ha cambiado a lo largo de la historia por la variable duración de la vida humana.

Para el médico griego Hipócrates, la vida era breve y el arte era largo de aprender, lo que bien recapituló Séneca en su obra Sobre la brevedad de la vida. De acuerdo con el sabio cordobés, no es que tengamos poco tiempo para existir en este mundo sino que, más bien, desperdiciamos mucho de nuestra existencia en vicios, guerras, trabajo u otras cosas banales; tendencia común, sobre todo, en aquellos que viven una condición de holgura.

La cuestión es que nos comportamos como si fuéramos a vivir para siempre, sin reparar en la fragilidad que nos va llegando; postergamos las cosas que queremos vivir hasta que nos retiramos del trabajo, pues el tiempo es un bien incorpóreo cuyo precio es casi nada; tiempo que, de acuerdo con Séneca, tendremos de sobra… pero en la muerte.

Del respeto a la indiferencia

En algunas civilizaciones antiguas, la vejez era sinónimo de sabiduría, por lo que reclamaba respeto. Las personas veteranas eran consultadas en asuntos cuya solución requería de un bagaje que los más jóvenes no tenían. Basta ver la manera en la cual los antiguos mexicas trataban a los ancianos, y lo relevante que podían ser los huehuetlatolli:consejos o palabras de los viejos.

Los relatos sobre el valor de los ancianos existen en diferentes civilizaciones, y esas personas fueron respetadas por el caudal de sabiduría que poseían. En muchas religiones, los ancianos no sólo son depositarios de saberes, también son ejemplo de comportamiento, tal como reflejan las cartas de Pablo de Tarso; incluso, el término griego presbítero, que significa anciano, se aplica para quienes ejercen el sacerdocio en diferentes confesiones.

Pero el respeto y buen trato a las personas de edad avanzada ha cambiado a lo largo del tiempo. En su libro El hombre mediocre, el psicólogo y filósofo italo-argentino José Ingenieros dice que uno de los signos más visibles de la vejez son las canas, que a su vez reflejan el estado psicológico y físico de las personas. El problema, para Ingenieros, es que la vejez es niveladora para todos aquellos que fueron sobresalientes y que, con ella, se vuelven “normales” y, posteriormente, mediocres. Para este filósofo, los viejos tienden a perfeccionar las cualidades que han desarrollado toda su vida, pero no se esmeran por adquirir otras.

En la actualidad, mucho se habla en la opinión pública sobre si la esperanza de vida es cada vez mayor en los países industrializados. De lo que se habla menos es de la calidad de vida que desean (y merecen) las personas mayores.

Ese tema ha sido tratado en muchas obras cinematográficas, en su mayoría basadas en sugerentes libros. En Mis tardes con Margarita (La tête en friche, Jacques Becker, 2010), podemos apreciar que, muchas veces, lo que quieren esas personas es sentirse útiles, compartiendo su saber, su tiempo y sus aficiones (como la lectura), incluso con desconocidos. Otra película interesante es El extraño caso de Benjamin Button (The curious case of Benjamin Button, David Fincher, 2008), que también es un intento por comprender la relación entre las diversas etapas de la vida y la indisolubilidad de ellas, destacando las dificultades inherentes a la vejez y lo duro que es asumir la última etapa de la vida.

El placer de vivir

Pero, dejando de lado cómo se percibe la vejez por medio de la cultura humanística, ¿cómo podemos definirla de manera más empírica?

Es evidente que la vejez es un estado del ser humano en el cual el tiempo nos revela numerosos cambios físicos y psíquicos que tienen que ver con la madurez y el deterioro posterior del cuerpo y la mente. Como señalan Marcelino Cereijido y Fanny Blanck-Cereijido: “La vejez es una suma de la senectud biológica y de las consecuencias psíquicas de percatarse de que la muerte se va acercando”.

De acuerdo con estos autores, en este proceso la persona va perdiendo el trabajo y la comodidad económica, disminuyen sus capacidades físicas y tiene una mayor consciencia de que la muerte se acerca. Además, en el mundo contemporáneo, los ancianos ya no son considerados sabios; por el contrario, se les niega todo aquello que les produce gusto o placer (alimentos, bebidas, costumbres), con el riesgo de que decaigan sus ganas de vivir. Pero no todo es negativo. También es posible continuar con entusiasmo gracias a la cercanía de sus seres queridos y al amor compartido. Continuar el sendero de la vida pues, parafraseando a Pierre Marty (citado por Cereijido): no hay locomotoras que anden cien kilómetros sin carbón, pero sí hay personas agotadas que andan cien kilómetros si encuentran un buen compañero o compañera.


REFERENCIAS

| Cereijido, Marcelino y Blanck-Cereijido, Fanny (2012). La muerte y sus ventajas, México, fce / sep / Conacyt (La ciencia para todos, 156).

| Ingenieros, José (2017). El hombre mediocre, México, Porrúa (Sepan cuantos, 270).

| Séneca (2010). Sobre la brevedad de la vida, Sevilla, Junta de Andalucía.

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Ángel Mireles Estrada

Escuela Nacional de Lenguas, Lingüística y Traducción, UNAM
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