Sobre montañas de basura

La historia de la ciudad es, también, la crónica de los desechos que produce: su origen, manejo, procesamiento y destino. Es una metáfora, ciertamente, pero registra con realismo el devenir de la Ciudad de México en el último siglo: construida sobre “tiraderos” (que fueron minas de arena), cerros de detritos, chatarra y desperdicios tóxicos de la era electrónica, la capital sigue sin resolver lo esencial en la materia.

| Comentario de Héctor Castillo Berthier

Para 2024, el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM prepara una tercera edición del libro La sociedad de la basura: caciquismo en la Ciudad de México (UNAM, 1983), junto con otra obra: El basurero: antropología de la miseria (Edamex, 1984). Por primera vez se publican juntas dos investigaciones sobre lo que fue un tema novedoso a finales de los años setenta del siglo pasado.

Las siguientes notas hablan un poco de la historia de la basura, entre su pasado y su presente. Seguramente serán una parte de las conclusiones de esa tercera edición, pues la problemática abordada siempre será de actualidad en esta gran ciudad.

De la pepena al “nicho ecológico”

“La ciudad se construyó sobre muchas montañas de basura”, me dijo don Pablo Téllez, líder vitalicio del Frente Único de Pepenadores, que tuvo su principal sitio de trabajo en el tiradero de basura de Santa Fe.

Tenía razón. Don Pablo es hijo de pepenadores y, desde los años treinta del siglo xx, se instaló en muchos lugares de la ciudad que sirvieron como “tiraderos de basura a cielo abierto” (tca) sin ningún control específico por parte de las autoridades.

La capital mexicana genera diariamente 12 mil 600 toneladas de basura (López, 2023). Esa es la “cifra oficial” más cercana a la realidad.

La basura ha acompañado al crecimiento de la ciudad durante toda su historia. Desde los aztecas, se pensaba que lo mejor para disponer de la basura era ubicarla en un lugar “lejos y fuera” de nuestro entorno. Así creció la ciudad: buscando espacios fuera de la vida urbana (que cada vez eran menos), hasta que hizo su aparición la ecología, que definía todos los espacios como “nichos ecológicos”.

Por ello, en torno a la basura, se puede preguntar: ¿Dónde está ese lugar, lo suficientemente lejos y fuera de una ciudad, que no esté relacionado con la siguiente población? No existe.

La Ciudad de México se construyó sobre muchas montañas de basura, como dice don Pablo.

Él mismo, con su trabajo, realizó faenas en muchos lugares distintos de la urbe. Resulta interesante observar cómo es que, en muchos de los lugares comunes actuales de la capital y su Zona Metropolitana, se ubicaron los antiguos tca. Todo se resumía en una necesidad de tiempo y espacio para que sirviera —muchas veces, por muy corto tiempo— como un lugar en dónde depositar la basura en ese momento.

En el Centro Histórico, desde hace más de seis siglos, la zona conocida como la Candelaria de los Patos (donde hoy se ubica el Congreso de la Unión) se utilizó como tiradero. Igual sucedió con otros lugares: donde se ubica la Cervecería Modelo, en Tacuba; donde se construyó el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en la Magdalena Mixhuca, donde se corre la Fórmula Uno y se realizan conciertos; en La Castañeda, que sería el primer manicomio en la época del Porfiriato; en el antiguo parque de beisbol del Instituto Mexicano del Seguro Social (imss), actualmente Centro Comercial Parque Delta; en el Pedregal, en Santa Fe y muchas otras zonas.

Todos fueron tiraderos de basura. En esos lugares, casi siempre, se buscaban sitios o se escarbaban agujeros que permitieran tirar la basura, aunque sólo sirvieran durante algún tiempo. Así se hizo hasta años recientes, cuando en 2009 se inauguró la Plaza Ciudad Jardín, en una superficie de 250 hectáreas que fue parte de los antiguos cuatro tiraderos de basura de Ciudad Netzahualcóyotl, en la Zona Metropolitana.

Un proceso común y frecuente del “servicio público” para darle un destino final a la basura.

Vale la pena precisar que el último gran esfuerzo del gobierno capitalino por construir un tca —en los años sesenta del siglo pasado— se ubicó en la zona de Santa Cruz Meyehualco, con una superficie de 167 hectáreas que se transformó en el tiradero más grande que tuvo la Ciudad de México.

En ese tiradero llegaron a habitar 15 mil pepenadores bajo el liderazgo de Rafael Gutiérrez Moreno, conocido como El zar de la basura, quien era el encargado de la administración de ese lugar y mantenía estrechas relaciones políticas que legitimaron su liderazgo durante muchas décadas… Hasta que, el 19 de marzo de 1987, fuera asesinado por una de sus 39 esposas, con las que procreó más de 89 hijos (él aspiraba llegar a tener 100) [Treviño, 1990]. Uno de esos hijos fue Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, exdiputado, presidente del pri capitalino entre 2012-2015 y actualmente preso, quien merece una mención aparte por su presencia actual en la política de la ciudad.

En el origen de Santa Cruz Meyehualco se estableció un pequeño poblado de pepenadores que le otorgó al líder un poder muy especial en el manejo de la basura. Esa colonia de pepenadores adquirió distintos nombres en su historia, siempre seleccionados por El zar de la basura según la coyuntura. Originalmente se llamó Colonia Santa Cruz Meyehualco, pero en 1970, al inicio del sexenio de Luis Echeverría, Gutiérrez Moreno la rebautizó con el eslogan de la campaña presidencial: Colonia Arriba y Adelante. En 1976, en la época de José López Portillo, fue Colonia La Solución Somos Todos; y seis años más tarde, con el presidente Miguel de la Madrid, se transformó en Colonia Renovación Moral.

Actualmente se le conoce sólo como Colonia Renovación o “La Reno”… Sin duda, el tiempo borró la parte moral.

La megalópolis y sus desechos

Poco a poco, el manejo de la basura ha sufrido una profunda transformación. Hace 42 años la basura era un asunto asociado a los “pobres”, a los pepenadores, a los recolectores manuales, a “los señores de la basura”, para quienes generaba empleo y una forma de subsistencia.

Con el paso de los años, y la llegada de la ecología —que incluye toda una nueva conceptualización de la realidad—, la basura fue concebida como “residuos sólidos”. Con ello empezó a formar parte del interés de nuevos grupos, con muchos más recursos que los pobres anteriores, con nuevas tecnologías y nuevas estrategias. Sólo, entonces, la basura comenzó a ser parte del interés de los ricos.

Los gobiernos afinaron sus planes de trabajo y se olvidaron de los “tiraderos a cielo abierto” para construir Rellenos Sanitarios Controlados (rso), que evitan los efectos negativos de los desechos en el medio ambiente.

Todo este proceso tuvo un impacto directo en los trabajadores y abrió la puerta a “nuevas formas” para la disposición de la basura. La sustitución de los tca por los rso permitió que diversas empresas ofrecieran alternativas para la “clasificación y reciclaje” de los residuos.

Sin embargo, al final del proceso la escena se convirtió en una verdadera película de terror.

Para empezar, los viejos recicladores siguen haciendo lo mismo, sin ninguna protección en su trabajo. Y, por supuesto, los hijos de los viejos líderes de pepenadores siguen controlando a estos grupos.

Como ocurre con la basura, también la organización de los viejos pepenadores se recicló y del nombre de su líder nació el de su agrupación: Unión de Pepenadores Rafael Gutiérrez Moreno. Esta organización mantiene el dominio de los desechos.

Pero en la historia de la basura de la ciudad ya no todo es igual. Hace unos 25 años apareció un nuevo tipo de basura: la “basura electrónica”, también llamada Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (raee).

La clausura de los viejos espacios de disposición obligó a muchos recolectores y pepenadores a tomar sus camionetas para salir a las calles y allegarse esta “nueva basura”.

En los últimos 50 años el mundo se inundó de basura. La basura se convirtió, con los años, en un grave problema social. Se esparció entre todos los poblados y todas las ciudades del mundo. También llegó al mar, con los plásticos; y al espacio, con miles de toneladas de basura de naves espaciales que ya no sirven, pero que giran eternamente alrededor de la Tierra.

La dimensión de la basura es inconmensurable. Por eso es importante descifrar qué ha sucedido en la Ciudad de México con sus desechos.

Seguramente usted ha escuchado el mensaje que difunden por las calles de la ciudad algunas camionetas equipadas con equipos de sonido: “Se compran / colchones / refrigeradores / estufas / lavadoras / microondas / ¿o algo de fierro viejo que vendan?”.

Se trata de cuatro o cinco grupos bien organizados. Ellos manejan la basura electrónica que se recolecta a todo lo ancho y largo de la ciudad y su Zona Metropolitana, y que tiene un destino común: la Colonia Renovación.

Ahí, en “La Reno”, miles de recolectores y recicladores (padres, madres, hijos y demás allegados) se dedican a obtener los materiales más preciados en el reciclaje: oro, plata, cobre, zinc, etcétera. Los metales acumulados alcanzan para llenar, mensualmente, entre tres y cuatro contenedores que salen rumbo a China. En el país asiático son reprocesados y utilizados para la fabricación de nuevos productos que son reenviados a México y otras naciones.

Hay que señalar que no existe ningún registro formal de esta actividad. Nadie externo al negocio sabe, exactamente, “qué se vende”, “a quién se le vende”, “dónde termina” y qué sucede después con estos materiales.

Toda la estructura relacionada con la organización y el manejo de la basura ha sido una muy difícil de entender. Sobre todo por los complejos niveles sociales, políticos y económicos de sus dirigentes. De manera que se puede preguntar: ¿Es posible pensar en un futuro distinto si persisten las viejas prácticas en las condiciones actuales? Difícil responderlo.

En el acelerado crecimiento de la CdMx, se pueden identificar cuatro etapas o periodos de desarrollo:

  1. De 1824 a 1940. Sitúa a la ciudad en una fragmentación del antiguo Distrito Federal bajo dos áreas urbanas características: el Departamento Central, compuesto por tres delegaciones políticas (que antes fueron municipalidades) y un área urbana con las 13 delegaciones restantes.
  • De 1950 a 2000. La ciudad y sus alrededores crecen y se expanden hacia la periferia. Esto resultó en la creación de la categoría Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM). Ahí conviven todas las problemáticas de organización local y estatal; no tienen un sentido único de gobernanza y mantiene una disociación de objetivos a nivel local que generan nuevos problemas urbanos.
  • Primera década del siglo XXI. Momento de consolidación metropolitana. La zmcm creció y obligó a establecer una nueva categoría: Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), que agudiza los problemas administrativos anteriores.
  • Periodo actual. Como resultado de los tres momentos descritos, culmina la consolidación de una megalópolis, que incluye a siete entidades del centro de la República: Querétaro, Hidalgo, Puebla, Tlaxcala, Morelos, Estado de México y Ciudad de México. Se estima una población aproximada de 55 millones de habitantes que viven en 553 municipios y 16 alcaldías capitalinas, así como centenas de actores ligados al quehacer político en esta región.

Ante este escenario de expansión urbana y consolidación de la megalópolis, al hablar de su basura y de la Gestión de Residuos Sólidos Urbanos (GRSU) encontraremos como resultado final un complejo mundo donde prolifera la informalidad.

Las precarias condiciones de trabajo para los recolectores y pepenadores siguen vigentes y existe una ausencia de controles ambientales que obligan a investigar lo que sucede.

¿Las autoridades se dan cuenta de las pésimas condiciones laborales de los recicladores y pepenadores que trabajan en esto? Lo dudo mucho.

En la ZMVM se presentan problemáticas muy similares, tanto en el centro como en la periferia.

La dinámica de la “basura electrónica” es un ejemplo, pues inaugura una nueva forma de recolección. Como ya dijimos, obligó a los pepenadores a salir a las calles a rescatarla, lo que facilitó el crecimiento de la informalidad en todos los niveles.

En su recolección participan hombres, mujeres, adultos mayores y niños. La edad no es importante para el trabajo. Y las autoridades no dan cuenta de estos problemas. Esto desemboca en un manejo arbitrario, no controlado y sin registro por parte de los gobiernos locales y estatales.

Hay una situación preocupante en el manejo de la basura electrónica: su alto grado de toxicidad rebasa, fácilmente, los niveles comunes y corrientes en los residuos cotidianos. Esto se debe a la elevada presencia de productos químicos, indispensable para su fabricación y comercialización masiva.

Pero ¿a quién le interesa su destino cuando se convierten en basura? A nadie. Cadmio, mercurio, plomo, selenio, zinc, cobre… Todos están presentes en los aparatos eléctricos y generan daños en la gente que trabaja con ellos. Los problemas: de tipo hormonal, cáncer, enfisema pulmonar, daños renales y muchos otros.

Si ya se sabe lo que sucede con el manejo informal de los desechos ¿por qué no se actúa en consecuencia?

Santa Fe, el gran negocio

Valdría la pena realizar una historia de la Colonia Renovación, no hay la menor duda. Sin embargo, las limitaciones de tiempo y espacio obligan a centrar el foco en episodios recientes. Específicamente, un proyecto que está en plena construcción en lo que fueron los antiguos “tiraderos” de Santa Fe y la iv Sección del Bosque de Chapultepec.

Santa Fe es parte de un histórico pueblo fundado en el siglo xvi por fray Vasco de Quiroga a partir de la edificación de un hospital para la atención de los indígenas. Ahí se evangelizaba y enseñaban oficios europeos a los indígenas de la zona (Rodríguez, 2005, y UAM, 2020).

Además, duramente mucho tiempo, la zona se caracterizó por sus minas de arena, que en los años treinta y cuarenta del siglo pasado fueron explotadas masivamente para fortalecer el crecimiento de la Ciudad de México.

Con la arena removida se generaron huecos de casi 4 kilómetros de largo por 2 kilómetros de ancho. De tal suerte que, en los años cincuenta los depósitos de arena se volvieron difíciles de explotar y los dueños vendieron las minas al Departamento del Distrito Federal (DDF), que los mantuvo como tiradero de basura. Luego, la autoridad decidió transformar esos espacios en un enorme TCA dividido en dos partes: la Zona Alta, controlada por el Frente Único de Pepenadores (de don Pablo Téllez), y la Zona Baja, por la Unión de Pepenadores (de Rafael Gutiérrez Moreno).

En 1980, el presidente José López Portillo construyó frente a los tiraderos —al otro lado de la carretera a Toluca— cuatro casas en un conjunto residencial conocido popularmente como la “Colina del Perro”.

En 1981, Servicios Metropolitanos del DDF reorganizó la zona con distintos inversionistas para crear un Plan de Desarrollo Urbano, mismo que vio luz en 1987 bajo el título de Zona Especial de Desarrollo Controlado Santa Fe (Zedec Santa Fe). El proyecto incluía programas habitacionales y comerciales. Hoy es una de las zonas más caras de la ciudad y en ella se asientan universidades, colegios privados, sedes nacionales o regionales de diversas compañías nacionales y extranjeras, fraccionamientos residenciales, etcétera.

En contraste, los miles de pepenadores de los viejos tiraderos de basura fueron expulsados hacia Tláhuac, Santa Catarina y Bordo Poniente. Toda la zona de Santa Fe permite visualizar un gran proceso de gentrificación urbana.

En 1982, la Universidad Iberoamericana, de padres jesuitas, inició la construcción de una nueva sede en aquella zona, luego de que el terremoto de 1979 destruyera sus instalaciones en Coyoacán. Los maestros y alumnos que vivieron esa experiencia todavía recuerdan: “La Ibero olía a basura todo el día”.

En 1986 se puso en marcha un último relleno sanitario en Prados de la Montaña, que fue cerrado ocho años más tarde. En él se podían ver las tuberías que sacaban el gas generado por los residuos enterrados. Siempre se dijo que produciría electricidad, pero nunca ocurrió.

Durante el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) se ideó un proyecto muy moderno para Santa Fe, que sería emplazado sobre los antiguos tiraderos. Lo impulsó el regente de la ciudad, Manuel Camacho Solís, y dos de sus colaboradores más cercanos: Juan Enríquez Cabot y Marcelo Ebrard. El proyecto sufrió altas y bajas. Después de un arranque promisorio fue frenado por la crisis económica que inicia con el llamado “error de diciembre” de 1994.

Dos décadas más tarde, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) se imaginó un plan para vender un “jugoso filete inmobiliario” en las instalaciones militares asentadas en el viejo pueblo de Santa Fe, donde se encuentra la Antigua Ermita de don Vasco de Quiroga, ubicada en la avenida de Industrias Militares de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Sobra decir que el apetitoso negocio inmobiliario del sexenio de Peña Nieto fue detenido con la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación. La zona fue incorporada a la Secretaría de Cultura federal para construir la IV Sección del Bosque de Chapultepec, misma que se unirá a las otras secciones del bosque a través de un Cableblús.

Una vez terminado, este proyecto permitirá entender la viabilidad de utilizar las herramientas de la administración pública en beneficio de los habitantes de la ciudad.

Usos políticos reciclados

En toda esta problemática participa Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, hijo de El zar de la basura. Ya se mencionó que la Colonia Renovación tiene su origen en el tiradero de basura a cielo abierto de Santa Cruz Meyehualco. Ahí vivían, en condiciones precarias, miles de pepenadores que padecían el caciquismo de Gutiérrez Moreno.

Hoy, en “La Reno”, operan 42 grupos en las áreas públicas (banquetas, aceras, frentes de las casas) con 128 trabajadores. Además, en espacios privados, 16 Centros de Acopio que ocupan a 170 personas en el reciclaje de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos; y ocho grupos más, también en los espacios públicos, con 45 seleccionadores que reciclan los residuos de las áreas de salud (lo que, oficialmente, está prohibido). Finalmente, en las afueras de la colonia, laboran 136 trabajadores dedicados al desmantelamiento de los aparatos.

Entre los habitantes hay una gran inquietud relacionada con la vivienda. No tienen garantizada su propiedad. Los daños a la salud no les preocupan: el trabajo se define según la solicitud de los líderes, por lo que no hay ninguna restricción o control para realizar las faenas.

En “La Reno”, los hijos de El zar de la basura (Norma y Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre) mantienen el control político y económico de los trabajadores y la entrega de “beneficios”.

También está Ignacia Valdés, La Nachita Pink, hija de José Flores Valdés, El Dientón, quien estuvo asociado a Gutiérrez Moreno en Meyehualco. Ella es la principal compradora de la basura del sector salud.

Los tres son beneficiarios directos de los liderazgos de la Unión de Pepenadores. ¿Alguna duda de quiénes mandan ahí?

En 2023, durante las precampañas para la jefatura de Gobierno de la cdmx, la oposición unificada (pan, pri, prd) propuso al panista Santiago Taboada, exalcalde de Benito Juárez, como candidato. En su primera manifestación pública, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre y su hermana Norma organizaron la llegada de miles de manifestantes para mostrarle su apoyo a ese candidato. Estuvo presente toda la comunidad de “La Reno”.

El caciquismo en el negocio de los residuos y el reciclaje se ha mantenido. Sólo si cambian drásticamente las cuestiones políticas podría, finalmente, ser excluido. ¿Se logrará?

Por lo pronto, como decían los profesores y estudiantes que llegaron a inaugurar la Universidad Iberoamericana: “Huele a basura”.

En esa perspectiva, quizá podríamos juzgar a los gobiernos por el manejo de su basura. Ese análisis nos permitiría saber de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Mientras tanto, ese “olor a podrido” en la megalópolis durará un buen tiempo. Hasta que hagamos algo distinto con la sociedad de la basura.


REFERENCIAS

| López, Jonás (27 de septiembre de 2023). “CDMX deja de enviar mil 500 toneladas de basura a rellenos sanitarios”, en Excélsior. Disponible en https://tinyurl.com/4r8a9bjx (Consultado el 7 de marzo de 2024).

| Rodríguez, Ana Mónica (14 de diciembre de 2005). “La transformación de Santa Fe desde 1532, en una muestra en la Iberoamericana”, en La Jornada. Disponible en https://tinyurl.com/n9bmrs4v (Consultado el 7 de marzo de 2024).

| Treviño, Ana Cecilia, Bambi (1990). Basura de oro: el asesinato de Rafael Gutiérrez Moreno, líder de los pepenadores, México,Plaza y Valdés.

| Universidad Autónoma Metropolitana (2020). “Pueblo de Santa Fe”, en Observatorio Territorial del Poniente (otp). Disponible en https://tinyurl.com/24t8z5tt (Consultado el 7 de marzo de 2024).

icono-13junio

Héctor Castillo Berthier

Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM
Search
Escucha el contenido

Descarga el número completo en versión PDF. Puedes leerlo en tus dispositivos o imprimirlo bajo demanda.
¡Forma tu colección!

SÍGUENOS