El Estado de México alberga a una población en constante crecimiento, lo que ha generado un desafío de proporciones significativas: la necesidad de diversificar su sistema de transporte.
La influencia del Estado de México en la Ciudad de México ha sido considerable durante las últimas cinco décadas, principalmente debido a su proximidad geográfica y a la expansión urbana que ha unido a estas dos entidades, así como al aumento de las áreas urbanizadas que se extienden alrededor de la capital.
Esto ha generado una variedad de problemas que van desde la congestión del tráfico y la contaminación atmosférica, visual y auditiva, hasta el deterioro de la calidad de vida de los residentes, la ineficiencia en la movilidad y los problemas de seguridad en las alternativas de transporte disponibles. La falta de regulación de los precios en comparación con los de la Ciudad de México, es sólo una de las consecuencias visibles de esta situación.
La idea de establecer conexiones entre el Mexibús y el Metrobús, el Mexicable y el Cablebús, además de la creación de Metromex, Tren Ligero y otras alternativas de transporte, así como los Mexipuertos con los Centros de Transferencia Modal (CETRAM), es fundamental para una mejor diversificación de los servicios de transporte y una mayor conectividad.
El impulso y la realización de proyectos de transporte público, como el Plan Colibrí, desempeñarán un papel crucial en la reducción de la dependencia del automóvil, lo que a su vez puede contribuir a disminuir la congestión vial, la contaminación ambiental y los accidentes de tráfico. Esto se traduce en beneficios tanto económicos como ambientales a largo plazo, además de mejorar la eficiencia del sistema de transporte en su conjunto.
Aunque el proyecto está previsto para concluir en los próximos años, es posible que la complejidad y la magnitud del mismo requieran más tiempo del inicialmente planeado.
Pulsa aquí para contextualizar
