El impacto humano se cuenta en miles de años

Finalmente, los arqueólogos han observado que el llamado “colapso” de las antiguas ciudades-estado mesoamericanas, como las ciudades del Clásico Maya o Teotihuacán mismo, pudiera estar relacionado con distintos factores, incluidos los de orden ecológico. En este último aspecto se observa, junto con periodos de precipitación disminuida, la degradación ambiental causada por la deforestación asociada a la agricultura intensiva o por la necesidad de madera para consumo doméstico y la producción de cal para las estructuras urbanas. Estos entornos degradados, aunados a factores internos (una probable revuelta en el caso de Teotihuacán) o externos (guerras prolongadas entre distintas ciudades dominantes en el área maya), precipitaron la caída de sistemas políticos y la interrupción de abastecimiento a las ciudades, lo que obligó a su abandono paulatino o abrupto y a la migración de la población a otras regiones.

El paisaje del Nuevo Mundo, antes y después de la batalla

El descubrimiento del llamado Nuevo Mundo cambió, sin duda, la historia de la humanidad. Nadie hubiera imaginado que la caída de Constantinopla y el “cierre” comercial del estrecho de los Dardanelos desembocarían en una carrera vertiginosa de las potencias europeas en la búsqueda de nuevas rutas marinas a las Indias. ¿La llegada de europeos al Nuevo Mundo, con sistemas económicos, sociales y religiosos totalmente contrastantes con los usados por los habitantes del territorio “descubierto” impactó directamente en el paisaje natural del que más tarde se conocería como América?

En la región de Mesoamérica el inicio del periodo colonial fue marcado por la introducción de epidemias como la viruela, que provocaron una mortandad sin precedentes. Fuentes históricas mencionan que, durante la batalla de Tenochtitlan, los efectos de la viruela ya eran evidentes en los defensores y la población de la capital azteca. Por otro lado, algunos autores sugieren que la región central de Mesoamérica tenía uno de los índices de población más altos a nivel global durante la llegada de los europeos (1519), con alrededor de 20 millones de habitantes. Cuando se realiza el primer censo de población (1568) sólo quedaban alrededor de 2.7 millones de habitantes. En otras palabras, las epidemias provocaron la muerte de 87% de la población.

Lo anterior produjo cambios drásticos en el pasaje mesoamericano. Durante la época prehispánica diversos sistemas agrícolas fueron empleados: chinampas, campos elevados y terrazas de cultivo fueron algunos de los más comunes. Las terrazas de cultivo se construían en las pendientes de los cerros. Su función era contener la erosión y generar espacios útiles para la agricultura. Este sistema agrícola requería mantenimientos constantes. El abandono de los campos de cultivo construidos en terrazas produjo su deterioro. El agente más importante de erosión, el agua, continuó su trabajo destruyendo dichos sistemas agrícolas y generando una alteración del paisaje sin precedentes. La imagen de estos paisajes es tan singular, que la geomorfología les asignó un nombre: badlands.

La reducción de la población en los inicios de la Colonia no fue exclusiva de la región mesoamericana. Los devastadores efectos de las nuevas pandemias también fueron evidentes en el Caribe, Centroamérica, territorios incas, Amazonas y América del Norte. El abandono a nivel continental de campos de cultivo trajo como consecuencia un mecanismo conocido como “sucesión secundaría de vegetación”. Los campos de cultivo, antes modificados por actividades agrícolas, fueron reforestados de manera natural, incrementando su biomasa. Esto produjo un aumento en la capacidad de almacenamiento carbono o un incremento de secuestro de carbono atmosférico. Núcleos de hielo de la Antártida reflejan un decremento drástico en los niveles de CO2 atmosférico, entre 7-10 ppm, durante el año 1600. En consecuencia, un efecto de irradiación negativo provocó la disminución de temperatura a nivel global. Es interesante señalar que este evento ocurrió durante la anomalía climática conocida como la Pequeña Era del Hielo.

El mecanismo previamente descrito señala una relación directa entre actividad antrópica y niveles de CO2 atmosféricos. Este es, sin duda, uno de los temas más frecuentes en la sociedad moderna. El actual calentamiento global parece ser todo lo apuesto a lo ocurrido durante el inicio del periodo colonial. Actualmente, el incremento de niveles de CO2 por la actividad industrial produce un efecto de irradiación solar positivo incrementando la temperatura a nivel global. Esto nos conduce a una pregunta: ¿qué evento tiene mayor peso para ser usado como marcador inicial del Antropoceno? Es una pregunta difícil de responder. Pero si algo podemos asegurar es que el avance de la ciencia, en especial los estudios paleoambientales, nos mostrarán más eventos donde los seres humanos modificaron el frágil equilibrio natural de manera drástica. De ahí la dificultad de establecer con precisión el inicio del Antropoceno, por lo que es mejor definirlo no como un punto de origen sino como un proceso en desarrollo: desde la salida de África de los primeros humanos modernos hasta la actualidad.

Transdisciplina: la vía para estudiar fenómenos complejos

El estudio del impacto humano en el paisaje es un tema complejo, apasionante y, hasta cierto punto, polémico. En la sociedad mexicana existe un cierto romanticismo acerca de la relación “armónica” que, presuntamente, las sociedades mesoamericanas tenían con su entorno natural. Esto dista mucho de la realidad. Las actividades productivas de estas sociedades ejercieron modificaciones al paisaje en diversas escalas. Todo esto para cubrir una serie de necesidades básicas, como la alimentación de un grupo reducido de individuos o la fundación y el mantenimiento de ciudades complejas. Este hecho no califica a las antiguas sociedades según los parámetros actuales; simplemente ratifica que los grupos humanos toman decisiones ecológicas de acuerdo con sus necesidades y las características de su sistema económico.

El principal papel de la ciencia es proveer datos cuantitativos y útiles para la comprensión de fenómenos complejos como la relación de las sociedades con su entorno y con otras sociedades; y, de paso, desmentir algunos mitos como el anterior. La pregunta central es ¿cómo generar datos útiles para el estudio de esta compleja relación? Básicamente necesitamos dos cosas: archivos naturales y estudios multidisciplinarios.

¿Qué son los archivos naturales? La formación de elementos del paisaje natural como suelos, lagos, lagunas, capas de hielo y pantanos está directamente ligada a mecanismos climáticos, geológicos y, algunas veces, humanos. Estos elementos del paisaje tienen una memoria de los diversos procesos que les dieron forma. Un ejemplo de estos son los lagos (Figura 3 ).

Figura 3.

Un lago se define como un cuerpo de agua continental sin conexión al mar. Estos cuerpos de agua pueden ser generados por diferentes procesos. El caso más simple es el de la formación de una depresión en el terreno que es invadida por agua, ya sea por corrientes fluviales o por la actividad de un manto acuífero. Dentro de este cuerpo de agua se producen diversos procesos biológicos, geológicos y geoquímicos. Por ejemplo: durante la época de lluvias ocurre un constante trasporte de sedimentos hacia el fondo del lago; la cantidad de sedimentos que son depositados en el fondo puede ser directamente proporcional a la cantidad de lluvia, pero en algunos casos esta relación es más compleja; estos sedimentos transportan iones de elementos químicos que pueden ayudar a la productividad interna del lago. En otras palabras, los sedimentos transportan nutrientes que son aprovechados por la fauna en el lago en su ciclo de reproducción.

Toda esta historia es registrada en diminutas capas llamadas laminaciones, las que pueden tener espesores menores al milímetro (Figura 4). Los procesos geológicos y biológicos anuales que se producen en el lago se registran en dos o más de estas laminaciones. Ahora, en el hipotético caso de que dos laminaciones del lago representen un año, y en un trabajo de investigación se logre perforar un núcleo de sedimentos con una longitud de 10 m, ¿es posible imaginar la cantidad de información que este archivo natural puede ofrecer?

Figura 4.

El proceso citado podría describirse como un ciclo natural del lago. ¿Qué pasa cuando un grupo de humanos interactúa cerca de este cuerpo de agua? Sin duda alguna, el ciclo natural es modificado. Imaginemos el siguiente caso. Un grupo de agricultores primitivos decide que la ribera de cierto lago es un buen sitio para la práctica de la agricultura. Esta actividad humana tiene una repercusión directa en la cantidad de sedimentos que ahora llegan a la cuenca lacustre. De esta manera, el proceso de sedimentación previo a la llegada de los grupos humanos sólo era influido por el clima de la región como la lluvia; pero, después, tiene otra firma: la actividad antrópica. ¿Qué repercusiones tiene esta actividad antrópica en el ciclo natural del lago? Varias. Pero enfoquemos la atención en una: el aumento de tasa de sedimentación (cantidad de sedimentos que llegan al lago en una unidad de tiempo), incrementa la cantidad de nutrientes. El exceso de nutrientes, a su vez, multiplica la productividad en el lago, incrementando el número de organismos y causando un consumo elevado del oxígeno disuelto en la columna de agua. A este proceso se le conoce como eutrofización, la cual causa la muerte de otros organismos como peces o anfibios. Desgraciadamente, en la actualidad este proceso es cada vez más frecuente en lagos aledaños a asentamientos humanos.

¿En qué parte de esta historia entran los estudios multidisciplinarios? Todos los procesos anteriormente descritos difícilmente podrían ser reconocidos de no existir la interacción de diversas disciplinas de las ciencias naturales y humanas:

  • La geología nos ayuda a conocer los procesos de formación de los cuerpos lacustres y los procesos de sedimentación.
  • La biología aporta datos sobre la principal fauna de los lagos y bajo qué condiciones naturales ésta puede sobrevivir.
  • La arqueología provee datos sobre el periodo de ocupación y las características de los principales asentamientos humanos registrados alrededor del lago.

Es así como la conjunción de diversas ramas de la ciencia aporta datos cuantitativos y cocimiento sobre la compleja relación humano-ambiente. Pero no basta con unir resultados de distintos especialistas por separado. Es necesaria una comunicación entre campos disciplinares, comprendiendo el alcance del conocimiento actual de las más diversas ciencias; a la vez que, para llevar a cabo un proyecto que busca evaluar el impacto humano en nuestro planeta, se requiere de acuerdos que permitan a estos especialistas coincidir en objetivos comunes. Los estudios transdisciplinarios deben ser, así, la punta de lanza en la generación del conocimiento sobre el Antropoceno.

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Guillermo Acosta Ochoa | Kurt Heinrich Wogau Chong

Acosta: Investigador responsable del Laboratorio de Prehistoria y Evolución, Instituto de Investigaciones Antropológicas, de la UNAM | Wogau: Investigador de variaciones paleoambientales durante finales del Pleistoceno y el periodo Holoceno en el Instituto de Investigaciones Antropológicas
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