En busca de la huella humana en registros geológicos

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Una vez elaborado el informe, éste debe ser enviado a su órgano inmediatamente superior, que es la Subcomisión de Estratigrafía del Cuaternario, la cual lo evaluará, sugerirá cambios o mejoras, y puede aceptarlo o rechazarlo. Si es aceptado por un proceso de mayoría –el voto de 70% de sus integrantes–, dicha subcomisión lo pasa a la Comisión Internacional de Estratigrafía, la cual realiza el mismo procedimiento. Si ésta lo acepta es enviado a la Unión Internacional de Ciencias Geológicas y, si queda ratificado por esta última instancia, pasaría a formar parte de la tabla de los tiempos geológicos y se le asignaría una denominación.

El doctor Cearreta explica que el informe responde a tres preguntas básicas. La primera es si el Antropoceno tiene mérito como posible tiempo geológico, a lo cual la respuesta del gta será “sí”. La segunda es sobre las evidencias que soportan la idea del Antropoceno; en ese punto es donde se someterán a un estudio científico las distintas evidencias: cuándo comienzan, cómo se manifiestan, de dónde proceden, cómo evolucionan en el tiempo, etcétera. La última pregunta tiene que ver con el inicio del nuevo tiempo geológico que se propone; en principio, el Grupo establece que el Antropoceno comienza en la década de 1950, con base en un indicador primario que serían los isótopos radiactivos producidos por las explosiones termonucleares en la atmósfera (como las de Hiroshima y Nagasaki en 1945).

¿Por qué este indicador primario? Porque es el que presenta la mayor ubicuidad, es decir, es global; estos radioisótopos están presentes en todos los sedimentos del hielo de todas las latitudes del planeta, con mayor o menor intensidad, y, además, porque es sincrónico: marca su primera aparición en los sedimentos y en el hielo en el año de 1952.

Un punto que aún falta por definir en el GTA es dónde ubicar el “clavo dorado” que indique el lugar en el cual se observan mejor esos cambios. Hay una serie de propuestas en lugares costeros, testigos de hielo, corales, turberas, fondos del océano y cuevas. Como puntualiza Cearreta:

Hay diferentes ambientes sedimentarios que ya hemos seleccionado bien y, ahora, los miembros del Grupo de Trabajo estamos colaborando con investigadores que han hecho estudios previos en estos lugares. Estamos estudiando más a fondo esos lugares, haciendo informes locales de esos sitios que luego valoraremos. De entre ellos decidiremos cuál será la propuesta de estratotipo oficial del Antropoceno, donde nosotros creemos que debe estar localizado el “clavo dorado”. Y eso lo someteremos, con nuestro informe, a la Subcomisión de Estratigrafía del Cuaternario.

El estudio del Antropoceno

Más de dos décadas han transcurrido desde aquella vez en que Crutzen expresó en Cuernavaca que ya estábamos viviendo en otra época. “Todo el mundo se quedó estupefacto. Parece que ha cuajado”, le contó el premio Nobel al periodista Fred Pearce, según relata en su libro La última generación (2007).

Sin embargo, más allá de la emoción de ese primer momento, a partir de entonces también surgió una serie de publicaciones en revistas científicas en las que empezaría a hablarse con mayor constancia sobre el Antropoceno. Paul Crutzen y Eugene Stoermer publicaron en el newsletter del The International Geosphere–Biosphere (mayo de 2000) un artículo titulado “The ‘Anthropocen”. Éste era un documento de menos de dos páginas en el cual los autores destacan que se ha transformado la superficie de la Tierra a causa de la acción humana y hay múltiples daños a los ecosistemas: agotamiento de combustibles fósiles y mayor liberación de CO2 a la atmósfera. Además, sugieren que el inicio del Antropoceno podría establecerse a finales del siglo XVIII, cuando fueron más visibles los efectos globales de la actividad humana –época que, por cierto, coincide con la invención de la máquina de vapor de James Watt.

Dos años después, en 2002, Crutzen publicó en la revista Nature el texto “Geology of mankind” en donde continua con esta idea y destaca que el ser humano seguirá siendo una fuerza importante, a menos que haya una catástrofe mundial –como un impacto de meteorito, una guerra mundial o una pandemia. Además, menciona que tanto los científicos como los ingenieros deberían guiar a la sociedad hacia una gestión ambientalmente sostenible durante la era del Antropoceno: “Esto requerirá un comportamiento humano apropiado a todas las escalas y bien puede involucrar proyectos de geoingeniería a gran escala aceptados internacionalmente; por ejemplo, para ‘optimizar’ el clima. En esta etapa, sin embargo, todavía estamos pisando en gran medida tierra desconocida”.

En 2007, Will Steffen y otros científicos aportaron nuevas perspectivas. Destacan, por ejemplo, que a partir de la “gran aceleración” –auge industrial, incremento en el consumo de recursos, utilización de energía y crecimiento demográfico después de la Segunda Guerra Mundial– se han dado cambios dramáticos en los procesos terrestres.

En 2008, Jan Zalasiewicz, quien hoy se encuentra a cargo del gta, publicó junto con otros científicos un artículo en el cual establecen varios aspectos que demostrarían que estamos en un nuevo tiempo geológico: la influencia humana en el clima y el medio ambiente, las perturbaciones en el ciclo del carbono y la temperatura, así como los cambios en los océanos. Señalan, asimismo, que hay cambios estratigráficamente significativos para poder pensar que estamos en una nueva etapa.

La relevancia del tema provocó que el 19 de mayo de 2011 la revista Nature publicara un artículo editorial en donde se habla de las transformaciones en el planeta debido a la actividad humana. En su postura institucional, la prestigiada publicación subraya que el reconocimiento de esta nueva etapa geológica serviría para impulsar el trabajo interdisciplinario entre varias ciencias, comprender cabalmente la transformación que se está produciendo y, también, “para tomar medidas para controlarla”.

Sólo unos días después, el semanario británico The Economist presentó en su portada el titular: “Welcome to the Anthropocen”, y en páginas interiores registra cómo se ha ido adoptando el término para definir una etapa geológica caracterizada por la acción del hombre. En dicho artículo también se plantean los desafíos de esta etapa y se postula que una de las formas de aumentar la “resiliencia” del planeta podría ser a través de la geoingeniería.

La importancia que iba ganando el concepto del Antropoceno en el campo científico se expresaría en el surgimiento de publicaciones especializadas como The Anthropocene Review y Elementa: Science of the Anthropocene.

Aunado a lo anterior, en 2015 Simon Lewis y Mark Maslin, de la Universidad de Leeds (Reino Unido) y del Colegio Universitario de Londres, propusieron dos posibles fechas que podrían considerarse como el inicio del Antropoceno debido a la detección de evidencias científicas: 1610 y 1964. La primera, relacionada con el efecto de la conquista española en América; la segunda, con las repercusiones de la detonación de las bombas atómicas en 1945.

Para 2016, la presencia de plásticos en los sedimentos marinos fue considerada como un indicador geológico clave del Antropoceno. Esto, en un artículo en el que Jan Zalasiewicz y colaboradores destacan que estos materiales “son abundantes y generalizados como fragmentos macroscópicos y prácticamente omnipresentes como partículas microplásticas”.

A estas caracterizaciones se sumó un artículo publicado en la revista Science (enero de 2016), en el cual Colin N. Waters y colaboradores afirman que es innegable que los seres humanos estamos dejando una huella persistente en la Tierra; aunque asumen que hay un debate sobre si esto es suficiente para establecer una etapa geológica, destacan como evidencias las modificaciones del ciclo del carbono, del nitrógeno y del fósforo en el último siglo, así como las perturbaciones en el sistema climático y las tasas aceleradas de extinción de las especies.

Algunos otros artículos han estado enfocados a conocer la cantidad de materiales que han sido producidos por el hombre en la actualidad, la llamada “masa antropogénica”.

Desde las ciencias sociales, investigadores como Bruno Latour han entrado en el debate al considerar al Antropoceno como un concepto filosófico, religioso, antropológico y político que resulta una alternativa a las nociones de “moderno” y “modernidad”. Por su parte, el geógrafo y ecólogo Erle C. Ellis, junto con otros autores, publicó el “Manifiesto ecomodernista” donde llaman a ver de forma positiva el término, y proponen denominar “buen Antropoceno” al periodo donde la humanidad pueda usar con sabiduría su tecnología y conocimiento con el fin de “estabilizar el clima y proteger el mundo natural”.

Diversos estudios han mostrado cómo hemos impactado al sistema Tierra; sin embargo, serán aquellas investigaciones que buscan las evidencias estratigráficas las que permitan declarar al Antropoceno como un nuevo tiempo geológico.

Críticas al concepto

“Cualquier cambio en la ciencia tiene que vencer una actitud conservadora que todos tenemos. Hay personas que todavía no aceptan la computadora y, de hecho, no la usan. Así, siempre hay un rechazo a cualquier innovación, sea técnica, conceptual o ideológica”, explica el doctor Alejandro Cearreta para justificar que el Antropoceno esté inmiscuido en esta polémica.

María Luisa Santillán

Reportera de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia | UNAM