En busca de la huella humana en registros geológicos

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Ejemplos de lo anterior abundan en la historia de la ciencia. Por ejemplo, la aparición de las vacunas y la oposición de la gente a inocularse –ilustraciones de la época mostraban con cuernos a las personas vacunadas. Lo mismo ocurrió cuando Darwin expuso su teoría de la evolución o cuando Copérnico habló de una concepción heliocéntrica del universo, es decir, que la Tierra y los planetas eran quienes giraban alrededor del Sol y no al revés, como hasta entonces se creía.

De este modo, el término Antropoceno es muy problemático, aunque también muy popular, como lo expone el doctor Priyadarsi. Basta con hacer una búsqueda en internet para que se desplieguen cientos de textos que se refieren a él no sólo desde la geología, la biología y las ciencias de la atmósfera, sino desde la filosofía, la sociología y la economía.

Como era previsible, también han surgido distintos detractores de esta idea. Algunas de las críticas están enfocadas a cuestionar si las evidencias que existen en este momento en el registro geológico son suficientes para establecer un nuevo intervalo del tiempo geológico. Otras más consideran que existen evidencias del cambio producido por la actividad humana mucho antes de la década de 1950, por lo que el Antropoceno debería fijarse desde la aparición de los humanos en el planeta. En contraste, algunos críticos consideran que es “muy pronto” para establecer una nueva etapa y que es mejor hacerlo en el futuro, cuando las evidencias sean todavía más intensas. Finalmente, no falta quien asegure que la idea del Antropoceno responde más a una agenda política que a una realidad geológica.

Whitney Autin y John M. Holbrook, en el artículo “Is the Anthropocene an issue of stratigraphy or pop culture?”, aceptan que el término se ha popularizado en distintos sectores, pero que “la sugerencia de que el concepto puede validarse con un marcador estratigráfico global es, en el mejor de los casos, un poco prematuro”.

Por otra parte, respecto a la responsabilidad de la “humanidad” en las transformaciones del entorno, Andreas Malm y Alf Hornborg, en “The geology of mankind? A critique of the Anthropocene narrative”, exponen que sólo una parte de la sociedad contribuyó a la Revolución Industrial (época propuesta por Crutzen como el inicio del Antropoceno), por lo que no están de acuerdo en que se señale que todos los humanos han participado de igual forma en la crisis ecológica. Esto fue reafirmado por Malm en “¿El Antropoceno o el Capitoloceno?”, publicado en Correo de la Unesco, donde considera incuestionable que las actividades humanas son las causantes del cambio climático, pero señala que no es del todo cierto el relato sobre la “responsabilidad” de toda la especie humana, pues “no es así, de ningún modo”.

El doctor Cearreta explica que algunos detractores del término “consideran que la propuesta de Antropoceno como tiempo geológico responde a un factor cultural, al hecho de que en este momento nos estamos erigiendo en los protagonistas de la transformación ambiental del planeta”.

Los nueve límites planetarios planteados por Rockström son:

1) Cambio climático 

2) Acidificación de los océanos 

3) Ozono estratosférico

4) Ciclo biogeoquímico del nitrógeno

5) Uso global de agua dulce

6) Cambio en el sistema terrestre

7) Tasa a la que se pierde la diversidad biológica

8) Contaminación química y

9) Carga de aerosoles atmosféricos

El impacto de la humanidad en la Tierra

En la historia de la Tierra han existido grandes cambios que originaron nuevos tiempos geológicos, los cuales dieron paso a nuevas formas de vida a escala microscópica y macroscópica. Grandes sucesos como el vulcanismo, el cambio climático, el movimiento de las placas tectónicas, la caída de meteoritos, entre otros, han sido parte de estos procesos. Hoy se está considerando que el hombre podría ser uno de esos acontecimientos, y que con sus actividades está generando transformaciones aceleradas. Como lo enunció el doctor Priyadarsi Roy: “Es indiscutible que los seres humanos hemos perturbado el ecosistema a un punto que ya no hay regreso”.

Definir el Antropoceno como un nuevo tiempo geológico está en la mesa de discusión. El doctor Roy considera que es muy pronto para establecerlo, aunque puntualiza que los geólogos que habiten el planeta en un futuro podrán detectar evidencias suficientes para hacerlo.

El doctor Cearreta, por su parte, confía en que el Antropoceno sea aceptado como un nuevo tiempo geológico; específicamente, la propuesta del GTA es ser incluido a nivel de época, con lo que de ser aceptado se daría por terminada la que vivimos actualmente, la del Holoceno. Además, destaca que el hecho de que genere mucho debate, novedad e interés mediático es bueno porque implica que el término merece ser discutido. “Está ocurriendo una cosa interesante. Y es que la geología no es una ciencia muy popular; la población pone menos atención a lo que pasa en geología que lo que sucede en física, química, medicina o en astronomía. Pero el Antropoceno está haciendo que esta disciplina sea considerada y tenida en cuenta por periodistas, filósofos, arqueólogos, psicólogos, legisladores; es decir, por campos de conocimiento que hasta ahora no se habían interesado por ella, porque el Antropoceno nos interroga, también, como especie”.

Ante ello, valdría la pena traer a cuento que fue a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970 cuando pudimos ver dos fotografías icónicas para la humanidad: nuestro planeta visto desde el espacio. Entonces observamos la masa continental, las nubes, el agua, y por primera vez entendimos, como sociedad, que vivimos y formamos parte de un sistema; ése que, según los estudios científicos, está siendo afectado por nuestra actividad, a tal grado, que hay puntos en los que no existe retorno. Así, se ha comprobado lo que expresó el naturalista y explorador prusiano Alexander von Humboldt hace casi tres siglos: existe una unidad en la naturaleza que establece relaciones entre todas las partes que constituyen un sistema. De esta manera, hoy, con nuestro estilo de producción y vida no sólo nos perjudicamos, sino que estamos afectando todo nuestro entorno.

En la actualidad, la ciencia discute sobre el nombre que deberá tener el tiempo en que se aceleró el deterioro de la Tierra. Nosotros somos testigos y origen de esa transformación. Si el Antropoceno es consecuencia de nuestro paso por la Tierra, y el término se puso a discusión a partir de un grito, quizás hoy sea necesario nuestro silencio reflexivo para cuestionarnos todo lo que le estamos haciendo en este gran planeta azul. A fin de cuentas, nuestro futuro, el de nuestros descendientes, va en ello.


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María Luisa Santillán

Reportera de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia | UNAM