Cómo formarnos en tecnologías informacionales

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) nos invaden, se adueñan del mundo y lo rigen transformando presente y futuro muy a nuestro pesar, o para nuestra complacencia. En ese contexto de avasallamiento tecnológico, a nosotros, los usuarios profesionales, nos corresponde desempeñar un papel, nos guste o no. Podemos ser desde pasivos espectadores hasta activos promotores, pasando por un amplio espectro dentro del cual caben usuarios y no usuarios de los instrumentos y artilugios de la sociedad Red. ¿Dónde te ubicas tú?

Quienes nos desempeñamos profesionalmente en el medio de la comunicación o en el ámbito de la educación no podemos asumir el primer papel, el de meros espectadores; y hasta podría ser que tampoco nos corresponda asumir el rol de promotores de la tecnología. Pero de lo que no cabe duda es que no podemos quedar al margen y estamos obligados a conocer y usar a fondo las TIC pues ya no sólo están presentes en los procesos educativos y comunicacionales, sino que incluso transforman de lleno los dos ámbitos y condicionan irremediablemente su futuro.

¿Pero, cuál es el nivel de uso que debemos darles quienes comunicamos o participamos del proceso educativo como mentores o investigadores? A no dudarlo: no sólo debemos dominar al instrumento tecnológico, sino también las metodologías que lo constituyen y los paradigmas desde los cuales ha sido concebido, desarrollado y transformado.

Para ello no hay mejor vía que la capacitación, pero fundada en la visión consciente del entramado que da origen a las TIC; un entramado, hay que saberlo, sostenido sobre muy diversos métodos y técnicas de importantes disciplinas que confluyen en un modelo conocido como Gestión de Conocimiento y cuyos principios básicos debemos comprender y apropiarnos. Entre otras: Ciencias de la Documentación, Espistemología, Archivonomía, Administración, Biblioteconomía, Ciencias de la Información (tanto en lo que respecta a la transmisión como al contenido), Informática, Ciencias de la Comunicación y Teoría de Sistemas.

La Internet es la columna vertebral de todo ese entramado, un sistema complejo que debe ser entendido como tal: como sistema (que influye a la sociedad toda) y como complejidad (por sus orígenes y por los ámbitos de conocimiento que modifica, y que la modifican). Ante todo, es importante entender que la Internet no es solamente esa gran vía de consumo y relaciones sociales que normalmente está a nuestra vista, sino también —sobre todo— un verdadero aparato científico concebido para potenciar el manejo de la información y la construcción del conocimiento mediante la convergencia de modelos, teorías y métodos transdisciplinarios e interdisciplinarios, así como softwares y herramientas computacionales y de telecomunicación. A fin de cuentas, un gran sistema que se convierte en uno de los principales motores de la economía actual.

Por eso, con ese conocimiento de causa, en los terrenos de la Comunicación y la Educación (como comunicadores, maestros y estudiantes) hemos de plantearnos una capacitación permeada por el concepto de “alfabetización informacional“, apoyado en diferentes dimensiones:

Formarnos como usuarios capaces, que comprendan y alcancen cierto dominio de los instrumentos técnicos que ya son de uso común en la sociedad de la información. La Internet y los softwares que la sostienen, así como las aplicaciones informáticas que sirven de apoyo para los procesos de gestión del conocimiento.

  1. Saber aplicar diferentes metodologías y estrategias con los instrumentos tecnológicos, dependiendo de nuestros objetivos en la transmisión o adquisición de conocimiento y del ámbito donde nos desempeñemos.
  2. Ser capaces de recuperar, administrar y estructurar la información, en función de objetivos de aprendizaje, de preservación, de comunicación y generación de los saberes, teniendo en cuenta las posibilidades que cada medio nos ofrece. Pero ante todo en un marco de socialización del conocimiento.

Es necesario, pues, formarnos en la perspectiva del trabajo del conocimiento. En otras palabras (seamos profesionales de la rama que sea) hemos de convertirnos en “trabajadores del conocimiento”. Esto implica ante todo alcanzar por principio un importante dominio sobre los instrumentos, métodos y técnicas en el manejo de información. El manejo de la información es una de las primeras competencias a adquirir para integrarnos con eficiencia en la nueva Sociedad Red, que ya nos rodea y que prefigura el futuro por venir para los próximos lustros, sustentado por completo en la información como principal bien de capital. Y para ello nada mejor que desarrollar nuestra inteligencia tecnológica para la productividad intelectual.

No es gratuito que vivamos ya una nueva estructura social basada en las redes de transmisión de datos. La Internet y su filosofía son hoy dos importantísimas influencias rectoras sobre esta nueva sociedad que, como lo ha señalado el sociólogo Manuel Castells:

…es consecuencia de procesos como la necesidad de una economía más flexible en la gestión, más globalizada; la demanda de los valores de la libertad individual y la comunicación abierta, y los avances en la informática y las telecomunicaciones.

Pareciera haber llegado ya aquella utópica sociedad regida por el conocimiento, pero a diferencia de lo que antiguos novelistas utópicos y distópicos plantearon, se trata de un conocimiento que no reside sólo en las mentes de élites privilegiadas destinadas al gobierno del mundo; por el contrario, se trata de un conocimiento colectivo, socializado, tanto en su construcción como en su transmisión. Un conocimiento, además, del que todos somos responsables y de cuya construcción, mantenimiento y transmisión debemos hacernos cargo cada uno como usuario, a plena conciencia, utilizando la Internet para sus mejores potencialidades y no única o privilegiadamente para el consumo mercantil, las actividades lúdicas o las relaciones sociales.

En sus extensos estudios sobre la sociedad de la información, el mismo Castells ha definido el trasfondo de este fenómeno. La “cultura Internet” es una estructura en estratos superpuestos, y si quisiéramos visualizarla —nos dice el sociólogo catalán— tendríamos:

  • En primer lugar, la “cultura meritocrática” o “tecnomeritocrática” (arraigada en el mundo académico y científico, cuyo poder radica precisamente en el conocimiento).
  • En segundo lugar, la “cultura de los hacker”, cuyo papel ha sido determinante en la construcción de la Internet y a quienes se deben innumerables innovaciones tecnológicas, siempre sostenidas en un trabajo basado en una filosofía de cooperación y libre comunicación de las investigaciones. Son estos “hacker” quienes nutren principalmente a las necesidades de las empresas.
  • En tercer lugar, la “cultura de los comunitarios virtuales”, la comunidad libre de Internet, verdaderos fundamentalistas que remiten su trabajo y sus objetivos a los valores de los llamados “padres” de la sociedad de la información. Eran hackers y usuarios especializados que en los primeros tiempos de la gran Red crearon comunidades que determinaron el comportamiento y su organización social a partir de dos características: la comunicación horizontal y la libertad de expresión global, poniendo especial énfasis en la “conectividad autodirigida”. Mientras los hackers sentaron los fundamentos tecnológicos, los comunitarios virtuales configuraron las formas, procesos y usos sociales. Hoy son los principales motores de la innovación en los códigos de la Internet, en el software libre y en las formas de socialización del conocimiento.

La casi totalidad de los recursos que hoy están a nuestro alcance en la “nube” (la Internet) y puestos a nuestra disposición para usarlos desde nuestras computadoras con el fin de llegar a la Red de Redes, se originaron en estas tres formas culturales de desarrollo tecnológico. Y es desde la comprensión de estas tres formas que debemos partir para cualquier objetivo de capacitación en nuevas tecnologías.

Se trata, en conclusión, de rebasar el uso meramente instrumental de las nuevas tecnologías para sumergirnos de lleno en las motivaciones que las originaron y que las siguen conduciendo… ¿Hacia dónde? Depende de lo que nosotros decidamos como usuarios de las mismas: hacia la libertad para el desarrollo social o hacia el control para el dominio empresarial, estatal o criminal.

| MIGUEL ÁNGEL ESPINOSA MONDRAGÓN


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