El barrio como museo, el pobre la obra de arte

En el contexto urbano el arte es uno de los mejores instrumentos para el análisis de la realidad. Sobre todo cuando el creador detrás de la obra es un sujeto de plena conciencia y espíritu crítico. Aquello de que el arte debe ser imparcial y no ha de mezclarse con la crítica de la realidad es sólo una trampa conceptual de los apologetas del “pensamiento único“. El arte, por su propia esencia creativa, tendría que ser forzosamente revolucionario, cuestionador, poner el dedo en la llaga, desde lo más íntimo hasta lo más social del espectador. Que no ocurra así condena al acto del creador a ser una mera gesticulación de ilusionista o mercachifle de la estetización.

En el marco de la estética crítica es de sobra sabido que el arte grafitero es una de las expresiones más punzantes entre las manifestaciones creativas de la actualidad. Cuando, además, este arte se integra en un gran proyecto de reivindicación comunitaria —sobre todo a favor de las clases desfavorecidas y los excluidos—, se convierte en un verdadero motor de revolución, en un instrumento para la transformación social desde el fondo mismo de la cosmovisión del espectador.

Ese es exactamente el caso del trabajo de JR… un joven artista francés que viene tomando los muros de casas y edificios —principalmente de los barrios bajos— en muchos países “subdesarrollados” y “desarrollados” para expresar su visión crítica de la sociedad actual, a la que muestra desigual en toda su obra, excluyente, injusta en el reparto de los bienes del hombre y destructora de la casa de la familia humana.

“Quiero hacer que la gente piense”, dice el grafitero… Un deseo en verdad utópico (aunque quizá posible a partir de la asimilación de su obra) en un mundo donde todos coexistimos en torno a una sola forma de asumir la realidad, la visión sistémica, “global”.

Desde España hasta Colombia, desde México hasta Italia, recorriendo innumerables barriadas de todo el mundo, JR ha desplegado una importante obra perenne que ha convertido en museo la casa del pobre y en obra de arte al pobre mismo. Pero —a diferencia de lo que suele ocurrir casi siempre que se toma al desfavorecido como leit motiv para el acto estético—, en la obra de JR esos rostros que él capta, de ancianos, de gente golpeada por la carencia material, de mujeres nada especiales conforme al canon, de jóvenes incrustados en la pobreza y de una gran diversidad de personas atrapadas en la pura sobrevivencia al límite, nos muestran un rasgo en común: la dignidad. Son sus retratos un verdadero espejo de la dignidad humana que vienen a reafirmar aquella frase de André Malraux en el sentido de que “el arte es una rebelión contra el destino”.

A final de cuentas los rostros de JR le gritan al mundo indiferente que ahí está la mayoría de la humanidad nutriendo con su miseria la complacencia de los muy pocos que todo tienen, pero rostros que pese a la propia desgracia muestran siempre lo mejor de la humana condición en sus miradas y sus gestos: son las faces de los iguales a nosotros que logran preservarse a sí mismos por la esperanza que alberga en todos. Son a final de cuentas los rostros de los “otros” como nosotros, pero aplastados por la realidad que unos cuantos imponen a los demás. Y no vale cerrar los ojos, porque todos, en esa complejidad, somo uno y lo mismo.

No resulta extraño que JR haya sido premiado en el 2010 con el premio de la fundación “Tecnología, Entretenimiento Diseño”, mejor conocida como TED. Un premio sin duda de enorme importancia en la perspectiva del pensamiento serio sobre el valor de las aportaciones creativas (estéticas o científicas) para el mejoramiento de la sociedad. Y a 12 años de la presea, su activismo permanece y aumenta.

El periódico español La Razón daba cuenta así del premio en aquel año:

JR es conocido por las fotos gigantes que fijó en muros de las favelas de Río de Janeiro, la periferia de París o las ruinas de Shanghai. Los organizadores del premio TED (Tecnología, Entretenimiento, Diseño), una fundación estadounidense sin fines de lucro dedicada a la cultura y la innovación, le brindaron el premio por su originalidad al infringir regularmente la ley para pegar sus fotografías en murales gigantes.

JR es conocido en el medio del arte callejero sobre todo por sus trabajos en una favela de Río de Janeiro. En 2008 fijó “stencils” gigantes que representaban la mirada de una mujer, en blanco y negro, sobre unas cuarenta fachadas de casas de un cerro del barrio Morro Da Providencia en Río.

Las fotos gigantes de un imán, un sacerdote y un rabino risueños, que fijó en una parte del muro de separación en Jerusalén en 2007, alimentaron su prestigio como artista del medio alternativo.

JR es un “verdadero humanista” y sus “asombrosas creaciones hicieron que la gente viera arte donde no se lo esperaba”, declaró la directora del premio, Amy Novogratz.

“Estoy un poco sorprendido”, dijo JR al diario estadounidense New York Times tras conocer la noticia. “Nunca fui candidato a la más mínima recompensa en mi vida y no sabía que alguien hubiera propuesto mi nombre”.

El francés, que suele llevar sombrero y gafas de Sol, prefiere ser conocido como “fotografitero” y no como “artista callejero”.

El ex presidente estadounidense Bill Clinton y el cantante Bono, del grupo irlandés de rock U2, fueron galardonados con este premio en otras ediciones.

Para rematar, JR nos invita a todos a participar en Inside Out (proyecto que le dio el premio TED), donde nos propone una inclusión abierta como espectadores y protagonistas, pero a gran escala.

Inside Out busca promover la transformación de la identidad personal de los participantes en obras de arte plenamente críticas, nos propone tomar los rostros expresivos de personas ordinarias y colocarlos en cualquier lugar del planeta en impresiones de gran formato: en la propia pared, en la del vecino o en todos los muros del barrio, si se deja. Fotografías gigantes en blanco y negro desde las que intentará revelarnos historias compartidas y nunca antes contadas… las historias de nuestra cotidianidad, la de la mayoría que dignamente emerge y nos muestra orgullosa el rostro de su existencia comunal, pese a ser empujada poco a poco hacia el abismo de la exclusión.

Todos estamos invitados a tomar y compartir fotografías para enviarlas al proyecto y recibir a vuelta de correo las imágenes impresas en gran formato para que las peguemos como murales contestatarios en los muros de nuestro barrio o en cualquier punto de nuestra ciudad. Y si tienes la suerte de que Inside Out despliegue sus cabinas fotográficas en tu ciudad, ¡voilà!… ¡llevas a 50 miembros de tu comunidad a tomarse la foto en una de ellas y luego te las entregarán para que las pegues en las paredes y bardas de tu vecindario!

| MIGUEL ESPINOSA

Inscríbete aquí a la Web del proyecto.


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